A diferencia de las otras dos películas de la popular saga Hangover, la nueva y última película del director Todd Phillips se desvía del patrón al que estábamos acostumbrados para ofrecer al espectador un disparate nuevo con el que terminan las andanzas de la conocida banda de amigos “Wolfpack”. Ya no hay despedidas de solteros ni bodas ni pérdidas de memoria tras una noche de locura. Entonces, ¿qué puede salir mal?
Hangover Parte III da comienzo con la vida tranquila y feliz de Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms) y Doug (Justin Bartha). Han pasado dos años desde sus aventuras en Bangkok y ya no tienen tatuajes ni cuentas pendientes con ningún delincuente despiadado. Además, la última vez que oyeron hablar de Leslie Chow (Ken Jeong), el imán de los desastres, le habían encerrado en una cárcel en Tailandia. Gracias a estas noticias, los protagonistas de la película empezaban a recuperarse de las noches locas en Las Vegas y de los raptos, disparos y traficantes mafiosos de Bangkok. Sin embargo, no todos están bien.
Alan (Zach Galifianakis) es el único miembro del grupo que no está satisfecho con su vida. Después de los años, la oveja negra de la manada sigue sin tener propósitos personales en la vida, ha abandonado su medicación y se deja llevar por sus impulsos. Por ello, tras la muerte de su padre, su familia decide reunir a sus amigos para hacerle una intervención e ingresarle en un centro clínico. Sin embargo, todo se vuelve del revés cuando, de camino al centro de rehabilitación, se enteran de que el Sr. Chow se ha escapado de la cárcel y ha robado $21 millones en lingotes de oro al criminal Marshall (John Goodman). Y sólo ellos pueden encontrarle si quieren que Doug siga con vida.
Hangover Part III se estrena el jueves 23 de mayo en todos los cines de Estados Unidos y promete ser un gran éxito en taquilla como ya lo fueron sus antecesoras. Y aunque sus productores hablan del final de la saga, ¿será realmente el final?