Durante las últimas dos décadas, decenas de millones de niños brasileños han tenido el mismo sueño: ser el delantero que conquiste la Copa del Mundo con su país como anfitrión.
Resulta que para una persona, ese sueño estaba cerca de convertirse en realidad. Neymar llegó a este torneo como el elegido que podía conducir a su selección a un triunfo en la final del 13 de julio, nada menos que en el Maracaná.
Pero no.
Camilo Zúñiga asestó un rodillazo en la espalda de Neymar, que sufrió la fractura de una vértebra y ha quedado fuera por el resto del certamen. Es un golpe devastador para el futbolista, pero lo sería aún más para Brasil, que ahora debe jugar diezmado ante Alemania en busca de llegar siquiera a la final.
El problema es que Neymar no puede considerarse sólo un atacante extremadamente talentoso. Es el único ariete brasileño que ha dado resultados en este torneo.
Los zagueros han anotado los tres goles de su equipo en la segunda ronda. David Luiz marcó en dos ocasiones y Thiago Silva en una.
Sólo uno de los 10 tantos de Brasil en el Mundial ha llegado por vía de un delantero distinto a Neymar. Fue obra del criticado Fred, en el triunfo por 4-1 sobre Camerún.
Fuera de eso, jugadores como Fred, Jo y Hulk han aportado poco y nada en el camino de Brasil hasta las semifinales. Ahora están obligados a responder.
Frente a las grandes expectativas que había en este joven equipo, Brasil ha evidenciado momentos de fragilidad, temor y lágrimas durante este torneo. Con Neymar se retira también la red de protección en caso de una caída.
Para agravar los problemas del equipo, la tarjeta amarilla a Silva frente a Colombia significa que él tampoco estará en la semifinal del martes ante los Alemanes en Belo Horizonte.
Sin su mejor jugador y sin su capitán, los jugadores brasileños tendrán que hacer un esfuerzo titánico ante el equipo que tal vez ha lucido más convincente en este Mundial. El deseo de dedicar un título a Neymar podría ser invaluable.
Fuente/Foto: AP