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La que fuera la dulce niña de Disney Hanna Montana ya lo ha dejado de ser definitivamente. Si hace unos meses, Miley Cyrus sorprendía a todos sus seguidores con un estilo más agresivo y transgresor en su video musical “We can't stop”, en la gala de los MTV Music Awards lo volvió a hacer con una actuación que no dejó indiferente a nadie. El pasado domingo, Miley estuvo a la altura de su vídeo musical en la puesta en escena de su nuevo tema en el que exhibió toda su sensualidad y su desparpajo ante una sorprendida audiencia.
Pero la joven consiguió que subiera aún más la temperatura del lugar en su dúo con el rapero Robin Thicke, con el que cantó la canción Blurred Lines y no paró de hacer gala de las cosas que se pueden hacer con una manopla gigante de las que se usan para animar en los partidos. Cyrus ya ha sacado a la luz su nuevo single Wrecking Ball con el que se muestra más melancólica, en una balada en la que parece recordar su tormentosa relación con el actor Liam Hemsworth.
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