Manual de etiqueta para Navidad


Cuando las amigas te hacen pasar bochornos

Estas fiestas navideñas no tengo intenciones de pasarla mal. Y no me refiero a asuntos del corazón ni a desilusiones amorosas. Hablo de los malos ratos que viví por culpa de las malas costumbres de mis amigas. Porque en la Navidad pasada mira que se portaron mal.

Ya me reuní con ellas y bien claro les dije que, o cambian sus actitudes o sencillamente me voy de ‘party’ solita. Total, que siempre en los jolgorios una encuentra compañía y, en ocasiones, de la buena.

Hubo algunas que se ofendieron, pero no me importa. Lo que pasa es que con el tiempo olvidaron las ‘escenas’ que protagonizaron. Y como ando en las de concienciar, aquí algunos consejos para mantener la etiqueta en estas fiestas.

Prudencia, cordura y mesura. Esa es la consigna para esta navidad. Y aunque sabemos hasta el cansancio que si bebemos no guiemos, siempre hay una ejemplar que se sale de la raya. El año pasado me fui de ‘party’ con las chicas y al volante iba la prima de Monín que no bebió más pitorro porque se acabó. A todo esto, cada vez que se le decía que se controlara, se molestaba. Terminé pidiendo un taxi que me cobró cuatro veces la tarifa regular.

Usa la servilleta. No hay cosa más fea que ver a una persona sacándose un pedazo de comida de los dientes con los dedos. ¡Horror! Eso hizo la Monín en la fiesta de Reyes de mi tía Margot. Se creía que nadie la estaba mirando y sin disimulo ni timidez se sacó un canto de lechón que tenía atravesado por los cordales, a juzgar por sus movimientos. No conforme con eso, hizo ‘double diping’ en varias ocasiones. ‘Disgusting’!

‘Morcilla alert’. Claro que son el alma de la fiesta. Sin morcillas no hay bembé, pero hay que tener arte en eso de comerlas, porque terminar con los dientes negros no es. Por lo general, las como en la intimidad, casa, donde no me ve nadie. Todavía recuerdo cuando mi amiga Basilisa se sentó con este único plato llenito de morcillas, nada más y nada menos, que en la fiesta de la casa de mi jefe. Luego quería de todas formas que le consiguiera hilo dental. ¿De dónde?

El cuerito del lechón. Mmm, delicioso, pero al igual que las morcillas hay que comerlo con cuidado. El año pasado mi amiga Lolis terminó con su blusa blanca de encajes, fabu, manchada cuando mordió un pedazo de cuero y un chorro de grasa se le salió por la comisura de la boca.

El poder del ‘cleavage’. Chicas, por favor, no insistan en lucir como Maripily con el busto a punto de reventar. Nuevamente en la fiesta de mi jefe, Basilisa llegó con una blusa ‘halter’ con el busto prácticamente por fuera. Se la pasó toda la noche subiéndose la blusa y, para colmo, le dio con hacer un solo de maracas cuyos movimientos casi le provocan un infarto al tío de mi jefe.

Si tienes catarro, quédate en casa. Es de muy mal gusto eso de estar tosiendo y estornudándole en la cara a los que queremos ‘parisear’. Por Caramia

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