La NFL dio un gran paso para zanjar la mayor demanda legal derivada de las conmociones cerebrales. Pero en el terreno, los golpes peligrosos a la cabeza siguen ocurriendo cada domingo, pese al endurecimiento de las multas y suspensiones.
Y en los titulares de la prensa aparece frecuentemente otro tema que amenaza a la liga y que también se relacionaría con la salud mental y la estabilidad emocional de los jugadores. Desde un caso de supuesto hostigamiento entre compañeros que estremeció a los Dolphins, hasta las acusaciones de homicidio contra Aaron Hernández, muchos deportistas de la liga se meten en graves problemas fuera de la cancha.
¿Qué pasa por la mente de algunos jugadores de la NFL? La propia liga trata de averiguarlo desde hace algún tiempo. Anunció una iniciativa de gran envergadura en materia de prevención de problemas psiquiátricos hace más de un año. Jugadores actuales y retirados pueden recibir ayuda mediante una línea telefónica, y cualquier persona relacionada con estos deportistas puede hacer lo propio.
Pero a raíz del escándalo en los Dolphins, parece que habrá necesidad de evaluar si el ambiente en los propios vestuarios favorece su estabilidad emocional.
“Tendremos que acercarnos a los jugadores y a los clubes para evaluarlos en los próximos meses, así que esperamos que haya cambios en esto para la próxima temporada”, afirmó el comisionado Roger Goodell en noviembre, poco después de que Jonathan Martin abandonó las filas de Miami y señaló que su compañero Richie Incognito lo había acosado. De acuerdo con distintos reportes, Incognito usó insultos racistas para referirse a Martin e incluso amenazó con matar a su madre.
Incognito permanece suspendido con goce de sueldo desde el 3 de noviembre, mientras que Martin quedó incluido en la lista de bajas por problemas extradeportivos. La NFL abrió una investigación.
En el caso de Hernández, hubo supuestamente algo más que amenazas de muerte. El tight end fue despedido por los Patriots de Nueva Inglaterra cuando se le acusó de asesinar a tiros a Odin Lloyd, un jugador de una liga semiprofesional, quien tenía una relación con la hermana de la novia de Hernández.
Además, Hernández enfrenta una demanda civil interpuesta en Florida por Alexander Bradley, quien afirma que el jugador le dio un tiro en la cara a comienzos de este año, tras un altercado frente a un club nocturno en Miami.
“No soy un enfermo mental”, aseguró en octubre Hernández, de 23 años, durante su primera comparecencia en el juicio por homicidio premeditado.
Tal vez, pero de hallársele culpable, la liga enfrentará seguramente más críticas. Muchos se preguntarán cómo fue posible que una persona capaz de cometer actos tan violentos pasara desapercibida en su ascenso por la NFL. Como en el caso de Incognito, otros especularán si el fútbol americano profesional, donde suele premiarse la rudeza, puede detonar conductas agresivas en personas inestables.
“No es un secreto que la NFL puede ser un lugar violento. En buena medida, la liga ha prosperado glorificando la violencia que se da en el campo cada domingo, aun cuando la evidencia acumulada indica que los jugadores enfrentan el riesgo de sufrir daños a la salud y a su cerebro en cada partido”, escribió Tim Dahlberg, columnista de The Associated Press, al analizar el caso de Incognito. “Es un lugar difícil para trabajar, porque sólo los más rudos pueden jugar”.
Por lo menos un par de casos más estremecieron a la opinión pública desde diciembre del año pasado.
En diciembre de 2012, el linebacker de Kansas City, Jovan Belcher, mató a tiros a su novia y luego se quitó la vida en el estacionamiento del equipo.
Titus Young, quien tuvo una buena campaña de novato con Detroit en 2012, fue arrestado en tres ocasiones durante la primera quincena de mayo, acusado de conducir ebrio, tratar de llevarse su auto confiscado del depósito, invadir una casa ajena y agredir a un agente policial. La NFL afirmó que trató de ayudar a Young un año y medio antes, cuando había dado algunas señales de tener ese carácter problemático que es motivo de una preocupación cada vez mayor.
Según la liga, estas situaciones ponen de manifiesto por qué debe ayudar a los jugadores con desórdenes mentales, aunque no siempre es posible hacerlo sin la cooperación de los propios deportistas.
“Nos percatamos de que parecería casi imposible impedir que estos casos ocurran otra vez, pero nuestra misión es inspirar el tipo de actitud y proporcionar la clase de ayuda que nos permitan reducir estos incidentes y/o prevenirlos”, dijo Troy Vincent, ex jugador y actual vicepresidente de la NFL. “Tenemos implementado un sistema. Pero simplemente, como ha ocurrido en los casos de Jovan Belcher y de Titus Young, hace falta también una responsabilidad compartida, una disposición del individuo y de nuestras comunidades para sostener conversaciones sobre la salud mental”.
En aras de esa salud, la liga alcanzó un hito sobre el tema de las conmociones cerebrales. En agosto, anunció un acuerdo por 765 millones de dólares para dejar atrás las demandas de 4.500 ex jugadores que padecieron secuelas por golpes en la cabeza durante los partidos.
Algunos han considerado que el monto de indemnización es insuficiente, dados los cuantiosos ingresos de la liga, y otros han abierto nuevos litigios sobre el mismo tema, como en el caso de nueve jugadores retirados de los Chiefs de Kansas City, que interpusieron una demanda recién el 23 de diciembre.
Pero el arreglo anunciado el 29 de agosto marcó el momento en que la liga aceptó una responsabilidad por indemnizar de algún modo a unos 19.000 ex jugadores o sus deudos. La jueza federal de distrito Anita Brody deberá pronunciarse sobre si los términos del acuerdo resultan justos.
Además, la liga ha tomado medidas para reducir los impactos a la cabeza de los deportistas. No obstante, un estudio realizado por la AP detectó que prácticamente en cada partido un jugador sigue recibiendo un golpe riesgoso en la cabeza o cuello.
El estudio abarcó una revisión de los 549 castigos impuestos en las primeras 11 semanas de la temporada, un total de 162 partidos. De esa cifra de infracciones, 156 involucraron un impacto a la cabeza o cuello.
La NFL destaca que el número de multas por golpes indebidos a los quarterbacks ha caído 46,4% desde 2009, lo que apunta a que paulatinamente este deporte implica menos riesgo de conmociones cerebrales.
De nuevo, hay una especie de choque entre las medidas necesarias para salvaguardar el bienestar de los jugadores y el carácter rudo que ha derivado en el éxito económico de este deporte.
“Este es un deporte de guerreros”, dijo Kevin Vickerson, tackle defensivo de los Broncos, quien ingresó a la lista de lesionados por una cadera dislocada en que cuatro jugadores contrarios le propinaron duros golpes. “Siempre habrá colisiones y lesiones. Simplemente hay que hacer lo mejor posible para adaptarse a las reglas que se impongan”.