NUEVA YORK (AP) — Bob Guillo gastó cerca de 35.000 dólares para aprender algunos de los secretos sobre bienes raíces de Donald Trump. En vez de eso, dice, abandonó las sesiones de la Universidad Trump falto de dinero, con poco más que una foto de él mismo junto a una foto tamaño natural del magnate, quien ni siquiera se hizo presente.
“Nos dijeron a todos que aumentáramos nuestros límites crediticios para adquirir bienes raíces, pero verdadero el propósito era pagar 35.000 dólares para el siguiente montón de seminarios”, dijo Guillo, de Manhasset, Long Island.
Nora Hanna desembolsó aproximadamente 17.000 dólares para el programa de la Universidad Trump, llegando a la conclusión apenas pocos días después de que “lo que aprendí ahí lo pude haber leído en internet”.
La residente de Brooklyn batalló durante dos meses para que le devolvieran su dinero como se les prometió a quienes cambiaran de parecer en los primeros tres días. “No respondían mis llamadas telefónicas ni mis mensajes por correo electrónico”, dijo. Con el tiempo, indicó, le regresaron el dinero.
Los ex alumnos de Trump están saliendo a la luz para relatar sus historias tras una demanda legal por 40 millones de dólares presentada por el secretario de Justicia de Nueva York, Eric Schneiderman, contra la estrella del programa “The Apprentice” y su escuela de bienes raíces. Schneiderman asegura que Trump ayudó a dirigir una universidad falsa que prometía a los estudiantes enriquecerse, pero en lugar de eso los guió a seminarios caros y en su mayoría inútiles.
El multimillonario agente de bienes raíces argumenta que en la demanda, Schneiderman miente, y que su escuela ha hecho un “trabajo fantástico” con un 98% en el rating de aprobación entre estudiantes de todo el país. Llamó al fiscal general “un político de poca monta en busca de publicidad”.
Guillo dijo que en los seminarios grupales a los que acudió en salas de conferencias en un hotel de Nueva York en 2009 y principios de 2010, un instructor “exhibía su reloj Rolex y vestía un traje muy caro y elegantes gemelos en los puños de las camisas mientras nos contaba su historia de pobre a millonario”.
“Seguimos presentaciones en PowerPoint, y nos dieron manuales de hojas sueltas y direcciones de páginas de internet a las que uno podía acceder desde la computadora de la casa. Todos fuimos estafados”, dijo Guillo.