NUEVA YORK (AP) — Por mucho que se limpie, se tomen muestras y se esterilice, los gérmenes persisten.
En Estados Unidos, aproximadamente uno de cada 20 pacientes pesca infecciones que no tenía cuando llegó al hospital y algunas son de difícil tratamiento porque las causan peligrosas “súper bacterias”.
Debido al aumento de los gérmenes resistentes a los antibióticos a la par de mayores exigencias del gobierno y las aseguradoras, los hospitales recurren a todo tipo de innovaciones para impedir que se propaguen:
Máquinas que parecen robots de la película “Guerra de las Galaxias” emiten luz ultravioleta o vapores de peróxido de hidrógeno; barandillas de cobre, botones de llamada y torres para sueros intravenosos fabricados con materiales germicidas; así como ropa de cama, cortinas y pintura antimicrobiana.
Aunque estos productos pueden contribuir a la sanidad de una habitación, su impacto verdadero continúa siendo debatible. No existe evidencia aceptada ampliamente de que estas invenciones hayan impedido infecciones o muertes.
Por su parte, las aseguradoras exigen a los hospitales que mejoren su salubridad en tanto que el programa Medicare ha actuado para no pagar las facturas derivadas de ciertas infecciones contraídas en los hospitales.
“Vemos un cambio de cultura” en los hospitales, dijo Jennie Mayfield, que da seguimiento a las infecciones en el Hospital Barnes-Jewish en San Luis.
Esas infecciones en hospitales están relacionadas a unas 100.000 muertes ocurridas cada año y suponen costos médicos adicionales cada año por 30.000 millones de dólares, según el organismo federal Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
El organismo sonó en marzo la alarma sobre una “bacteria de pesadilla” resistente a un tipo de antibióticos. Esa bacteria es rara pero apareció en 2012 en al menos 200 hospitales.
Los hospitales comenzaron a prestar atención al control de las infecciones a finales de la década de 1880, cuando se mostró mediante la acumulación de pruebas que las condiciones deficientes de salubridad eran perjudiciales para los pacientes.
La higiene de los hospitales ha sido desde entonces tema de preocupación de manera cíclica y el anterior pico de alarma se debió al surgimiento hace una década de una cepa de una bacteria intestinal llamada Clostridium difficile, o C-diff.
La C-diff que causa diarrea se vincula ahora a unas 14.000 muertes anuales en Estados Unidos. Ha sido importante para aumentar la atención al control de las infecciones, dijo Mayfield, también presidenta electa de la Asociación de Profesionales para el Control y la Epidemiología de las Infecciones.
La C-diff es más fácil de combatir que otras súper bacterias en los hospitales, como el estafilococo resistente a la meticilina, o MRSA por sus siglas en inglés, pero es particularmente difícil de erradicar.
La portavoz del hospital Lenox Hill, Ann Silverman, rechazó esa descripción y destacó que los trabajadores efectúan esfuerzos a menudo invisibles para los pacientes, como el uso de dispensadores con productos de aseo para las manos en los pasillos.
Mencionó una lista de medidas aplicadas para impedir la propagación de gérmenes, que van desde educar a los integrantes de las familias de los pacientes hasta el aislamiento y otras medidas de protección ante pacientes afectados por la C-diff.
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En internet:
CDC: http://www.cdc.gov/hai/