LA HABANA (AP) — Hace más de 54 años que alguien con el apellido Castro gobierna Cuba, y es probable que eso siga así por otros cinco años más.
Tanto los cubanos en la isla como los exiliados en Miami y otras partes, se enteraron el domingo que 2018 será el año en la que se pondrá el sol para los hermanos Fidel y Raúl Castro, con la posible llegada de un nuevo liderazgo.
Raúl Castro, próximo a cumplir 82 años, aceptó el domingo un nuevo mandato por cinco años, pero dijo que serán sus últimos como presidente de Cuba.
Y por primera vez, dirigió los reflectores a una joven estrella en ascenso: Miguel Díaz Canel, recién designado primer vicepresidente y el primero en la línea como posible sucesor de Castro.
“Este será mi último mandato”, declaró el presidente cubano, con voz firme.
Castro agregó que espera establecer un máximo de dos mandatos presidenciales consecutivos de cinco años y límites de edad para los cargos políticos, entre ellos la presidencia, aunque no especificó cifras.
Como nuevo primer vicepresidente del Consejo de Estado, Díaz Canel, de 52 años de edad, está ahora a un paso de la presidencia. Fue colocado por encima de cualquier otro funcionario cubano que no haya participado directamente en los vertiginosos días de la revolución de 1959.
En su discurso de 35 minutos, Castro dio indicios de otros cambios en la Constitución, algunos tan drásticos que deberán ser ratificados por los ciudadanos cubanos en un referéndum. El presidente, no obstante, ahuyentó cualquier idea de que el país abandone el socialismo pronto, diciendo que él no había asumido la presidencia con el fin de destruir el sistema cubano.
Castro alimentó el interés en la asamblea del domingo después de insinuar el viernes su posible jubilación y que en algún momento renunciaría.
Ahora está claro que aunque estaba bromeando sobre retirarse pronto, hablaba en serio cuando prometió que en el discurso del domingo iba a haber fuegos pirotécnicos y que hablaría de su futuro en el liderazgo cubano.
Al hablar ante el Parlamento sobre su decisión de elegir a Díaz Canel como el número dos, Castro dijo que Cuba había alcanzado “una transcendencia histórica, porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país mediante la transferencia paulatina… a las nuevas generaciones de los principales cargos”.
Con el anuncio, Díaz Canel releva a José Ramón Machado Ventura, de 81 años, quien luchó con los hermanos Castro en la Sierra Maestra.
Castro elogió a Machado Ventura y otros viejos revolucionarios por ofrecerse a abandonar sus cargos a fin de que líderes más jóvenes puedan ascender.
En las calles de La Habana, donde la gente suele expresar un escepticismo hastiado de todo lo que suene a política, se percibió una emoción genuina.
“Esto es el inicio de una nueva etapa”, expresó Roberto Delgado, un jubilado de 68 años, que habló con The Associated Press en una calle del frondoso municipio de Miramar.
“Ahora hay que esperar cómo se desarrollan los acontecimientos. Sin duda va a ser un proceso muy complejo y difícil, pero es algo importante lo que sucedió hoy”, agregó.
“Estoy fascinada”, dijo Regla Blanco, una trabajadora de 48 años. “Al fin se le deja paso a los jóvenes. Creo que eso va a darle ánimo a la gente, porque con todos esos hombres tan mayores uno pensaba que esto nunca iba a cambiar”, agregó.
Desde que tomó el relevo de Fidel en 2006, Raúl Castro ha iniciado varios cambios económicos y sociales importantes, ha expandido la empresa privada, legalizó el mercado de bienes raíces y relajó las odiadas restricciones de viaje.
Sin embargo, el país sigue siendo gobernado por el Partido Comunista y cualquier oposición a este organismo carece de reconocimiento legal.
De hecho, varias decenas de manifestantes antigubernamentales fueron arrestados en toda la isla el domingo y estuvieron detenidos durante un par de horas acusados de provocar desorden público antes de ser puestos en libertad, según Elizardo Sánchez, un disidente que monitorea los derechos humanos en Cuba.
Castro ya ha mencionado antes los límites a los mandatos, pero nunca ha dicho específicamente cuándo iba a dimitir. Además, el concepto aún no está codificado en la ley cubana.
Si mantiene su palabra, Castro dejará el cargo a más tardar en 2018. Los exiliados cubanos en Estados Unidos han esperado décadas para ver el final de la era de los Castro, aunque es probable que no quieran ver ese final en los términos de ambos hermanos.
Sin embargo, la promesa de un cambio en el liderazgo cubano puede tener un significado profundo para las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. La redacción del embargo económico de Washington contra la isla, escrito hace 51 años, especifica que no se retirará mientras un Castro esté a cargo en Cuba.
En Florida, hogar de cientos de miles de exiliados cubanos, algunos se mostraron escépticos de que el retiro final de Castro cambie mucho las cosas.
“Primero tenemos que ver si vive otros cinco años y después veremos qué pasa”, dijo Raúl López Mola, de 81 años, quien abandonó Cuba en 1966 a cambio de una nueva vida en Miami. “Nadie puede predecir lo que sucederá dentro de cinco años. Para mí, no creo que tenga mucha importancia”, agregó.
“Sería más significativo si Fidel Castro muriera”, dijo López Mola.
Fidel Castro, quien se jubiló, tiene 86 años. Ha aparecido cada vez más débil en los últimos meses. Hizo una aparición sorpresiva en la reunión de domingo, recibiendo una ovación atronadora de los legisladores. El ex presidente no había sido visto en público desde agosto de 2010.
Díaz Canel, un ingeniero electrónico y ex ministro de Educación Superior, ha aparecido frecuentemente en los programas de noticias del Estado cubano en semanas recientes, en un claro intento de elevar su relevancia antes de su nombramiento.
Díaz Canel viajó a Venezuela a la toma de protesta simbólica de Hugo Chávez, un aliado clave de Castro que fue reelegido pero estaba demasiado enfermo para juramentar. Díaz Canel fue visto en televisión encabezando una ceremonia donde estaba la selección de béisbol de Cuba y acompañó a Castro a Chile a una cumbre regional.
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Los periodistas de The Associated Press Anne Marie-García y Paul Haven en La Habana, y Christine Armario en Miami, contribuyeron a este despacho.
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