Dos cardenales argentinos son ‘papables’

BUENOS AIRES (AP) — Los dos son hijos de inmigrantes italianos. Ambos son doctrinariamente conservadores. Y los dos son notorios por su personalidad amable.

Pero los dos cardenales argentinos a quienes se asigna una ligera oportunidad de ser elegidos papa han tenido carreras muy diferentes.

Jorge Mario Bergoglio, quien sería el primer papa jesuita de ser elegido, ha pasado casi toda su carrera en Argentina, supervisando templos y curas párrocos. Leonardo Sandri, quien partió rumbo a Roma hace 42 años, es un conocedor del Vaticano que ha manejado las operaciones de la enorme burocracia de la iglesia católica y que ha recorrido el mundo como diplomático papal.

La elección de cualquiera de ellos como papa podría contribuir a reconciliar dos tendencias en pugna en la elección papal: el retorno a la tradición de los papas italianos y la consagración de un pontífice del mundo en desarrollo.

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NOTA DEL EDITOR: A medida que la Iglesia católica se prepara para elegir un sucesor del papa Benedicto XVI, The Associated Press está ofreciendo la semblanza de los cardenales considerados “papables”. En el mundo hermético del Vaticano no hay modo de saber quiénes son candidatos, y la historia ha dado muchas sorpresas. Pero estos son los nombres que son mencionados insistentemente. Hoy: Jorge Mario Bergoglio y Leonardo Sandri.

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Bergoglio, de 76 años, supuestamente recibió la mayor cantidad de votos detrás de Joseph Ratzinger en la elección papal del 2005 y se ha especializado en el tipo de trabajo pastoral que algunos consideran esencial para el próximo papa. En una vida de enseñanza y dirección de religiosos en Latinoamérica, región que tiene el mayor porcentaje de católicos en el mundo, Bergoglio ha demostrado una aguda sensibilidad política como también una humildad que sus colegas valoran mucho, según su biógrafo oficial, Sergio Rubín.

El arzobispo de Buenos Aires probablemente alentaría a los 400.000 sacerdotes en el mundo a salir a las calles para conquistar más almas, dijo Rubín en una entrevista con The Associated Press. Prefiere tener una presencia discreta y su estilo personal es la antítesis del esplendor de la Santa Sede. “Es una cosa muy curiosa”, afirmó Rubín. “En reuniones de obispos siempre quiere sentarse en las últimas filas. Esta sencillez cayó muy bien en Roma”.

Bergoglio es notorio por haber modernizado la Iglesia argentina que había estado entre las más conservadoras de Latinoamérica.

Sandri, de 69, se fue a Roma a los 27 años y nunca regresó a radicarse en la Argentina. Experto en derecho canónico, alcanzó el tercer puesto en jerarquía en la Iglesia durante el papado de Juan Pablo II, el cénit de una prologada carrera en el servicio diplomático del Vaticano desde Africa hasta México pasando por Washington.

Como secretario de Estado sustituto durante siete años, esencialmente fue el jefe de gabinete del papa en la dirección de la Curia.

“Es difícil hallar a alguien en los círculos eclesiásticos a quien no le guste Sandri. Es cierto que pocos lo describirían como ‘carismático’, pero casi universalmente es reconocido como un hombre de personalidad amistosa, abierta y un animado sentido del humor”, escribió el analista John Allen en el National Catholic Reporter. “Las relaciones personales son sumamente importantes, y Sandri tiene muchos amigos”.

El afable diplomático ha sido galardonado en una docena de países, y la iglesia cuya jurisdicción le corresponde en Roma es el hermoso templo barroco San Carlo ai Catinari.

Por el contrario, Bergoglio se destaca por su austeridad. Pese a ser el primero en la jerarquía eclesiástica argentina, nunca ha vivido en la elegante mansión eclesiástica en Buenos Aires y ha preferido una cama sencilla en un cuarto céntrico calentado por una pequeña estufa en invierno. Durante años se movilizó en transporte público por la ciudad y se preparó sus propias comidas.

Bergoglio ha disminuido un poco su actividad con la edad y está sintiendo los efectos de la extirpación de un pulmón debido a una infección que padeció de adolescente, dos impedimentos en momentos en que muchos observadores del Vaticano dicen que el próximo papa debería ser relativamente joven y vigoroso. “Pero va a ser referente ante la congregación; uno de los más escuchados”, dijo Rubín.

Sandri, por otra parte, se ve robusto. También ha salido relativamente ileso de las recientes controversias en el Vaticano.

Algunos consideraron algo así como una relegación cuando Benedicto reemplazó a Sandri como el tercero en jerarquía en el 2007 para ponerlo a cargo de los ritos orientales, un puesto fuera del círculo íntimo del pontífice. Pero Sandri encaró su nueva tarea con una administración práctica y eficiente, y estaba al margen del escándalo del robo de documentos papales y otras controversias, dijo Allen.

Sandri es un consumado conocedor del Vaticano. Benedicto lo promovió a cardenal y lo designó en el Tribunal Supremo del Vaticano, que tiene la penúltima palabra en derecho canónico antes del papa. Sandri es también uno de los pocos cardenales en la Congregación para la Doctrina de la Fe, el bastión de Ratzinger durante muchos años antes de ser consagrado papa.

Los fieles católicos probablemente lo recuerdan como “la voz del papa” que pronunciaba los discursos papales cuando decayó la salud de Juan Pablo II y fue Sandri quien anunció la muerte del venerado pontífice a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, y quien ofreció la memorable observación de que “esta noche todos nos sentimos huérfanos”.

Pero Sandri nunca ha dirigido una congregación, lo que obraría en su contra entre los cardenales que desean que el próximo papa tenga experiencia pastoral, agregó Allen.

A los dos prelados se les considera moderados con mentalidad flexible, aunque sus posiciones doctrinales y espirituales condicen con el legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Bergoglio no pudo impedir que Argentina fuera el primer país latinoamericano en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni tampoco que la presidenta Cristina Fernández promoviera anticonceptivos e inseminación artificial gratuitos. Cuando Bergoglio sostuvo que las adopciones de niños por parte de homosexuales eran discriminatorias contra los niños, la presidenta comparó su afirmación con “la época medieval y la Inquisición”.

Esa caracterización es injusta, afirma Rubín, quien escribió “El jesuita”, la biografía autorizada de Bergoglio.

“¿Es Bergoglio un progresista, un teólogo de la liberación? No. No es un tercermundista. ¿Cuestiona el FMI y el neoliberalismo? Sí. ¿Pasa mucho tiempo en las villas (vecindarios pobres)? Sí”.

Los críticos lo acusan de no haber enfrentado públicamente a la dictadura militar de 1976-1983, cuando las víctimas y sus familiares solían denunciar secuestros, tortura y muerte a los sacerdotes que supervisaba como líder de la orden jesuita en Argentina.

Al igual que otros intelectuales jesuitas, Bergoglio se ha concentrado en la obra social. Los católicos siguen comentando su discurso del año pasado en que acusó de hipocresía a otros religiosos por olvidar que Jesucristo bañó a leprosos y comió en compañía de prostitutas.

“En nuestra región eclesiástica hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio”, dijo Bergoglio a sus sacerdotes. “Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que, pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen”.

Bergoglio comparó este concepto del catolicismo con los fariseos de la época de Cristo: los que se autoelogian a la vez que condenan al prójimo.

“Jesús nos enseña el otro camino: salir a dar testimonio, salir a interesarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar, encarnarse”, dijo Bergoglio. “Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica. La Iglesia del ‘vengan adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no está’, es fariseísmo”.

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