WASHINGTON (AP) — Veterano de las guerras en Irak y Afganistán, el ex capitán de la Infantería de Marina Timothy Kudo se considera un asesino… y carga con esa culpa todos los días.
“No puedo perdonarme”, dice. “Y las personas que pudieran perdonarme están muertas”.
Luego de que las tropas estadounidenses llevan más de una década en guerra, ha habido una cifra sin precedentes de estudios sobre los efectos psicológicos en zonas en conflicto y una evolución en la comprensión del trastorno por estrés postraumático (TEPT). Los especialistas piensan que algunos soldados están sufriendo lo que ellos llaman “heridas morales”, lesiones por haber hecho algo, o no haber impedido algo, que viola su código moral.
Aunque pudiera haber superposición de los síntomas, las heridas morales no son lo que la mayor parte de la gente suele considerar como TEPT: las pesadillas y recuerdos repentinos de acontecimientos aterradores de combate.
Una herida moral tortura la consciencia. Sus síntomas incluyen vergüenza profunda, sentido de culpa y cólera. No es un problema médico, y no está claro cómo tratarlo, dice la coronel retirada Elspeth Ritchie, ex asesora psiquiátrica del jefe de servicios médicos del ejército.
“El concepto… es más existencialista”, dijo.
La Infantería de Marina, que prefiere referirse a las heridas morales como un “conflicto interno”, comenzó hace unos pocos años a enseñar a los líderes de unidades a identificar el problema. Y el Departamento de Defensa ha aprobado fondos para un estudio entre los infantes de Marina en Camp Pendleton, California, para probar una terapia que médicos esperan ayude a aliviar la sensación de culpa.
Pero pudiera faltar mucho para encontrar una solución.
“El TEPT es un asunto complejo”, dijo la comandante de la Armada Leslie Hull-Ryde, portavoz del Pentágono.
Matar en la guerra es el problema para algunos soldados que sienten heridas morales, pero Ritchie piensa que el asunto puede provenir también por una gama de experiencias, desde custodiar prisioneros hasta ver a iraquíes matando a iraquíes, como sucedió durante la violencia sectaria del 2006-2007.
“Tú puedes no haber hecho nada malo de acuerdo con las leyes de la guerra, pero por tu propia humanidad sientes que está mal”, dijo Ritchie, ahora principal funcionario clínico en el Departamento de Salud Mental del Distrito de Columbia.
El remordimiento de Kudo proviene en parte de la muerte accidental en el 2010 de dos adolescentes afganos en una motocicleta. Su unidad estaba combatiendo milicias cuando la pareja se acercó desde la distancia y pareció estar disparando también.
Kudo dice que lo que los infantes de Marina confundieron con armas eran en realidad “garrotes y bultos, similares a los que se ven en los vagabundos de los dibujos animados viejos”. Lo que los marines pensaron eran brillos en los fusiles eran muy probablemente destellos de luz reflejada en la motocicleta.
“No pasa un día — ya sea en la ducha o caminando por la calle— que no piense sobre las cosas que sucedieron allí”, dice Kudo, que ahora hace estudios de posgrado en la Universidad de Nueva York.
“Los seres humanos no pueden ser encendidos y apagados con un interruptor”, dijo Joe Davis, portavoz de Veteranos de Guerras Extranjeras, quien hace notar que herida moral es simplemente otro nombre para un problema familiar de los militares. “A ti te enseñan desde niño ‘No matarás’, pero en la guerra lo haces para mantenerte con vida y para proteger a tus camaradas”.