ATLANTA (AP) — Su mirada es triste y expectante. Tan triste como la de un pájaro en cautiverio, deseoso de volar. Y así está ella. Dentro de una jaula, abrazando un libro relacionado con la inmigración. A su alrededor vuelan aves que están unidas a la jaula con unas especie de cuerdas, como si quisieran liberar a la joven para que ella también pueda volar.
Es el autorretrato de Yehimi Cambrón, una artista plástica que estudia en la Universidad Agnes Scott en Atlanta y que ha decidido expresar en sus obras el sentir de los inmigrantes sin papeles, sus sueños, sus limitaciones, sus expectativas.
Cambrón es parte de una camada de jóvenes inmigrantes sin papeles que creen que el arte puede acompañar, o incluso ser más efectivo que las manifestaciones de protesta y otras formas de activismo que buscan promover los derechos de esa población.
“Los jóvenes quieren compartir sus historias, las de sus familias. En las protestas no quedan claras las historias, falta la profundidad y la complejidad de esas historias”, afirmó Julio Navarrete, coordinador de unos talleres que se realizan en California y que estimulan a los estudiantes a contar sus historias. “Las personas que no se han familiarizado con la situación de los indocumentados pueden ver un video o leer un poema y encontrar una cara más humana del problema. Son historias con creatividad”.
Para Cambrón, el arte abre más puertas y gana más aliados que las manifestaciones o las marchas, pues ofrece a la gente un rostro diferente de los inmigrantes sin papeles, mientras que con la acción directa solo se logra alentar a quienes ya tienen una opinión negativa sobre ellos.
“Siempre hay gente que es paranoica”, señaló. “Depende de la forma en que queremos mostrarnos como indocumentados. Algunos tipos de protesta no generan empatía. Eso no nos muestra como ‘dreamers’ (soñadores) sino como personas que estamos causando problemas. Es diferente si contamos nuestra historia escribiendo, haciendo una escultura o en una galería”.
Cambrón cree que un dibujo o una fotografía que refleja su vida es una oportunidad para hablar de la situación de los inmigrantes sin papeles, más que nada con personas que no han tomado una postura con respecto al tema.
“Con las personas que están en uno de los extremos, razonar es una pérdida de tiempo; si creen en algo, no van a cambiar de opinión”, sostuvo. “En cambio con quienes están en el medio es más fácil razonar. Cuando les hablas te dicen cosas como ‘no sabía que no podías manejar porque no tienes licencia’. Una vez se dan cuenta de cómo es la vida para nosotros se acercan más”.
“El arte es una herramienta muy importante para que la gente me conozca”, agregó Cambrón, quien es mexicana. “Con mi arte puedo darle la oportunidad a la gente de conectarse con la situación de los inmigrantes indocumentados a un nivel más humano; despolitizar el asunto contando historias”.
“Yo me pongo en los zapatos de otros”, acotó Navarrete. “Si no sé sobre un tema y luego conozco la historia de alguien a través de un video o de un escrito, la voy a recibir mejor. Así podría entender mejor de qué se trata su lucha. Tú no puedes cuestionar la experiencia de alguien. Puedes cuestionar una ley, pero no lo que alguien ha vivido”.
En sus piezas, Cambrón ha dejado plasmadas vivencias como las dificultades que pasó para ingresar a la universidad, la lucha de su familia, el no tener una licencia de conducir y su incursión en el activismo.
La estudiante quiere que otros jóvenes sin papeles cuenten sus historias a través de su arte y con ese fin organizó la exposición “Coming Out of the Shadows: Documenting the Undocumented” (Saliendo de las sombras: Documentando a los indocumentados), una exhibición en la que participaron más de 40 artistas y que contó con el apoyo del capítulo de Amnistía Internacional de la Universidad Estatal de Georgia.
Cambrón dijo que espera organizar más muestras y que en otros estados hay varios artistas trabajando el tema de las vivencias de los inmigrantes sin papeles.
El mexicano Navarrete, por ejemplo, coordina unos talleres y concursos de Educators for Fair Consideration (E4FC) que han tenido buena acogida en California. Se trata de una organización sin fines de lucro que presta servicios a estudiantes que están en el país sin autorización y a las personas que los apoyan.
Navarrete contó que el programa ha sido tan exitoso que una compilación de los textos escritos por los estudiantes fue publicada en 2011 por el Harvard Educational Review, una publicación académica sobre temas educativos. Posteriormente, y también inspirado en las historias de estos jóvenes, se creó el sitio de Internet “Things I’ll Never Say” (Las cosas que jamás diré), una plataforma para contar historias y promover la defensa de los derechos de los inmigrantes.
Una de las participantes en los talleres es Isabel Cortés, autora del poema “El Corazón”, que habla de papel que juega el estatus migratorio en el amor: “nunca le dije como llegue aquí. no tenía por qué. mi corazón no es ilegal, es un corazón y ya. que si es gabacho, pocho, güero o gringo que me importa”.
El propio Navarrete relata en un ensayo cómo tuvo lo que vivió cuando tuvo que explicarle al departamento de recursos humanos de la secundaria en la que era maestro que estaba en el país ilegalmente y no tenía autorización para trabajar. “Me senté, en silencio, congelado en el tiempo. Todo por lo que había trabajado, que me costó tanto conseguir, todos mis estudios, mi preparación, las incontables horas que pasé calificando, planeando y enseñando: nada de eso importaba en ese momento; nueve números se interponían entre mis sueños y yo”.
Más de 100 personas enviaron trabajos, sobre todo escritos, cuando E4FC convocó el año pasado a que los inmigrantes sin papeles contasen sus historias.
Además de ser una experiencia catártica, el arte permite a los jóvenes una forma de darse a conocer sin miedo, de acuerdo con Navarrete. “En los últimos años los jóvenes indocumentados han salido de las sombras y han expuesto su identidad en público. Antes no usaban su verdadero nombre, ahora es diferente. Entre más abiertos seamos, más eficiente se hace nuestra lucha. Si te conocen, una comunidad se puede movilizar para ayudarte”, aseveró.
“Ser indocumentada no es algo que me define”, comentó Cambrón, quien se complace al ver que cada vez se habla más abiertamente de la vida de los inmigrantes sin papeles en paneles y discusiones académicas, e incluso mencionó el documental “Inocente”, sobre una joven artista sin autorización para residir en el país que ganó un premio Oscar este año.
Mientras que Cambrón y Navarrete han preferido tomar el camino del arte sin mezclarlo directamente con las manifestaciones, la mexicana Eileen Fisher cree que se pueden unir arte y acción directa para que la lucha por la reforma a las leyes de inmigración sea más efectiva. Según ella el uso de pancartas, mantas y otras piezas artísticas en marchas y protestas hacen que estas manifestaciones sean “más poéticas”.
“Si tienes buen apoyo visual la gente te entiende, se acerca a tu causa. Además en el proceso creativo se socializa, en un círculo completo”, aseveró Fisher, quien lideró una serie de talleres de la Alianza Latina Pro Derechos Humanos de Georgia (GLAHR, por sus siglas en inglés), en los que se creó el material para la marcha a favor de la reforma del 10 de abril en Atlanta. GLAHR es una organización que ha convocado a varias marchas y manifestaciones para pedir una reforma y defender los derechos de los inmigrantes en Georgia.
Aunque ya se han dado algunos pasos para incluir el arte en las manifestaciones, para Fisher todavía se puede hacer más. “Es muy cierto que una imagen vale más que mil palabras. Yo veo que los movimientos están un poco apagados y por eso no llegan (a los jóvenes). Hay que atrapar a los jóvenes, pues nosotros ahora no salimos, no nos informamos”, indicó.
Como parte de su intento por involucrar el arte en su trabajo comunitario, GLAHR ha realizado diferentes proyectos. En los últimos años han presentado dos obras de teatro -una para niños y otra para toda la familia- en las que abordaron desde diferentes perspectivas el tema de las deportaciones. Y más recientemente un grupo de voluntarios participó en la exhibición “Coming Out of the Shadows: Documenting the Undocumented”, con un montaje de pájaros de papel maché que representaban su experiencia como inmigrantes.