VARESE, Italia (AP) — Para ilustrar que la vida es un viaje, uno de los cardenales italianos considerado como uno de los favoritos para ser el próximo papa no sólo recurre a las Escrituras, sino también a Jack Kerouac y a Cormac McCarthy.
Angelo Scola, el arzobispo de Milán, es visto como la mejor oportunidad de Italia de recuperar el papado luego de dos pontífices consecutivos, un polaco y un alemán, tras siglos en los que el país acaparó el puesto.
Por una noche el mes pasado, durante la histórica semana en la que se produjo el impactante anuncio sobre la renuncia del papa Benedicto XVI, Scola logró darse a entender como simple pastor que encabezaba un rebaño de jóvenes de poco más de 20 años en una discusión sobre la fe. El poderoso cardenal no sólo mostró facilidad para relacionarse con la juventud sino también un deseo de hacerse entender, una cualidad vital para una Iglesia que está perdiendo fieles. Fue un agudo contraste con Benedicto XVI, que en general mostraba gran timidez en público.
Scola tomó una cita de “On the Road” de Kerouac, la emblemática novela de la Generación Beat, para invitar a su auditorio de estudiantes a reflexionar en torno a si “iban a llegar a alguna parte, o sólo iban”. Y también mencionó el recorrido post-apocalíptico padre-hijo en “The Road” de McCarthy, al tiempo que exhortó a los jóvenes a sopesar el significado de “destino”, un tema clave en la obra de ese escritor.
“El destino es una vida feliz, una vida lograda que no termina con la muerte sino con la vida eterna”, afirmó el arzobispo.
Scola, de 71 años, ha estado al frente de los púlpitos del Duomo de Milán como arzobispo y de la catedral de San Marcos en Venecia como patriarca, dos puestos eclesiásticos extremadamente prestigiosos de los que en conjunto surgieron cinco papas en el siglo XX.
El cardenal era visto ampliamente como un contendiente al papado cuando Benedicto XVI fue elegido hace ocho años. Su promoción a Milán, la diócesis más grande y más influyente de Italia, ha sido considerada como un punto decisivo para hacer de él un gran favorito al papado. Pero aunque Italia tiene 28 cardenales en el cónclave, la mayor cantidad para un país, se dice que el contingente italiano también está fracturado entre los que se encuentran dentro de la Curia romana —la burocracia del Vaticano— y los que están afuera, donde Scola disfruta de más apoyo.
En lo que es un detalle crucial, los puestos en Milán y Venecia le han permitido a Scola pulir sus credenciales pastorales y con ellos ha agregado un factor de contacto humano a sus logros intelectuales ya de por sí considerables.
John Thavis, un analista del Vaticano que publicó recientemente “The Vatican Diaries” (“Los diarios vaticanos”) sobre el funcionamiento interno de la Santa Sede, recuerda haber visitado a Scola en Venecia, donde generó “un gran entusiasmo” entre los fieles a pesar de que en ocasiones emitió un mensaje denso.
“Es muy dinámico, pero le cuesta trabajo hablar en un lenguaje sencillo. Seré honesto con usted. Hay ocasiones en las que el cardenal Scola se encarrila y como que uno se encuentra en las nubes”, señaló Thavis. “Así, si es elegido papa sería interesante ver cómo sale y le habla a la gente”.
Después de su ordenación en 1970, Scola pasó dos décadas estudiando en las renombradas universidades católicas y centros de formación teológica de Europa. Sus vínculos con Benedicto XVI, que lo nombró al puesto de Milán, se remontan a ese período académico, cuando comenzó a escribir contribuciones para la revista Communio, cofundada por el futuro papa.
Junto con el cardenal de Venecia fundó el centro de investigación Oasis que busca dialogar con el islam, en un reflejo de la histórica posición de la ciudad de los canales como un puente entre Oriente y Occidente. A medida que Oasis se ha desarrollado como una plataforma para el diálogo, Scola ha viajado con frecuencia, convirtiéndose en uno de los pocos cardenales conocidos en el extranjero.
“Scola es una de las personalidades que presenta diversos talentos y ciertos dones que lo favorecen”, dijo Sandro Magister, un analista del Vaticano que monitorea de cerca las maniobras de la institución tras bambalinas. “Ciertamente que es un teólogo sólido, formado en las mismas líneas que (Benedicto XVI). … esto realmente lo favorece”.
Scola es reconocido como un conservador dentro de la Iglesia, en la que mantiene posiciones como el rechazo al sacerdocio para mujeres y la denuncia del consumismo. Su vinculación con el movimiento conservador italiano Comunión y Liberación ha causado sorpresa en algunos.
El cardenal estudiaba teología cuando fue invitado a unirse al grupo, que mezcla el activismo político con el fervor basado en la fe al tiempo que busca influir en la toma de decisiones de la clase gobernante en Italia. Muchos políticos italianos destacados han sido vinculados con el movimiento.
Se dice que en la década de 1970 Scola le dio clases de filosofía a Silvio Berlusconi, en esa época dedicado al desarrollo de bienes raíces y futuro jefe de gobierno.
Ultimamente, Scola ha buscado distanciarse del movimiento, especialmente luego que varios funcionarios relacionados con él se han visto inmersos en escándalos. La biografía oficial del cardenal en el Vaticano dice que dejó de participar activamente allí en 1991, cuando el papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Grossetto en la Toscana.
Hijo de un chofer de camión y un ama de casa, Scola se enorgullece de sus orígenes humildes. Creció en un pequeño apartamento en el poblado de Malgrate, sobre el Lago de Como, donde sus antiguos vecinos y otras personas lo recuerdan como alguien con una memoria excelente que desde joven se interesó por las actividades religiosas. Tanto Scola como su hermano menor lograron puestos importantes: Scola se ordenó sacerdote a los 29 años, mientras que su hermano llegó a ser el alcalde del pueblo. El hermano, Pietro, murió hace tres décadas en un accidente de tránsito.
“Ha conservado sus relaciones con muchos ciudadanos locales, con sus amigos y sus parientes”, dijo Giovanni Codega, alcalde de Malgrate. “Tanto que en este pueblo se le llama don Angelo, en lugar de cardenal o patriarca de Venecia”.
Esa figura parroquial menos tiesa es la que se vio durante la reciente reunión de una hora con un millar de estudiantes de la universidad de Milán. Con un sujetapapeles sobre su regazo, tomó notas mientras los jóvenes le hacían saber sus dilemas. Se dirigió a los estudiantes por su nombre, los exhortó a ser auténticos y a no ocultarse detrás de palabras que oscurecen el significado de las cosas, al tiempo que reconoció que en ocasiones los términos en el vocabulario cristiano son “un poco fríos”.
El cardenal utilizó todas las herramientas de la tecnología moderna para llegar a su audiencia juvenil. En la página de la diócesis en internet se colocó el video de la reunión y ésta fue difundida en la televisión y radiodifusoras católicas. Respondió las preguntas de los participantes y también las que le enviaron por correo electrónico y por Twitter.
Sin embargo, la propia cuenta de Scola en Twitter desapareció este mes en los días previos a las reuniones de los cardenales antes del cónclave, por lo que uno de sus seguidores consideró que pronto estará utilizando una que termine en (at)Pontifex, el sufijo empleado por Benedicto XVI durante su papado.
La reunión con los universitarios fue el segundo encuentro de Scola, en un período de poco más de un año, con estudiantes de la diócesis de Milán. Martino Frigerio, de 22 años, dijo que en esta ocasión el cardenal pareció ser “el que perdió”.
Aún reflexionando sobre las propuestas de Scola, que algunos describieron como “un reto”, los estudiantes se expresaron poco dispuestos a considerar las oportunidades que tiene de convertirse en papa.
“En Milán lo consideramos como posesión nuestra. Lo tuvimos tan poco tiempo”, dijo Frigerio. “Tiene una forma de comunicarse con los jóvenes de manera distinta”.
____
Nicole Winfield, Patricia Thomas y Frances D’Emilio contribuyeron con este despacho.