BUENOS AIRES (AP) — El papa Francisco fue duramente criticado el jueves en una sala judicial en Argentina, donde una mujer lo acusó de no ayudar a proteger a su hermano frente a la dictadura militar del país.
Graciela Yorio acusó a Jorge Mario Bergoglio por darle la espalda a su hermano, el fallecido sacerdote jesuita Orlando Virgilio Yorio antes de que él y otro clérigo fueran detenidos y torturados por agentes de la junta.
Bergoglio ha dicho que hizo lo que pudo como un joven líder jesuita sin poder real para proteger a Yorio y otros sacerdotes que recorrían barrios pobres, para que no fueran secuestrados por la dictadura militar. En 2010, testificó que trabajó tras bambalinas para lograr la libertad de Yorio y del otro cura jesuita Francisco Jalics.
Graciela Yorio no está de acuerdo.
“Mi hermano fue prácticamente abandonado por la Iglesia”, declaró Yorio, que forma parte de más de los 800 testigos en un juicio de dos años a 67 personas acusadas de violar los derechos humanos de 789 retenidos en la temida Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Bergoglio dijo a los que escribieron su biografía autorizada “El jesuita” que hizo todo lo que estaba en su limitado poder como líder jesuita para exhortar a los máximos líderes de la Iglesia o del régimen en busca de la liberación. También declaró antes de este juicio que trató de proteger a Yorio y al padre Francisco Jalics en particular, ofreciéndoles refugio y protección en momentos en que cualquier sacerdote de barriadas estaba en peligro por los escuadrones de la muerte.
Sin embargo, Yorio declaró que incluso antes del golpe de estado en marzo de 1976, Bergoglio dio la espalda a su hermano y a Jalics cuando fueron acusados de ser “subversivos y extremistas” por su trabajo con los pobres. La mujer agregó que le rogó a Bergoglio hacer algo para callar “los rumores, porque con esos rumores la vida está en peligro”.
Yorio agregó que Bergoglio les dijo que desde Roma lo presionaban y que debían buscar a un obispo que los recibiera. Hicieron eso, pero nadie los ayudó, indicó la hermana.
El fiscal argentino Eduardo Taiano ha descrito lo que sucedió con Yorio y Jalics: después de oficiar misa el 23 de mayo de 1976 fueron separados de sus parroquianos en el barrio de Bajo Flores, cerca de donde Bergoglio creció en Buenos Aires, y fueron llevados al centro de tortura de la ESMA. Les vendaron los ojos, los encadenaron, amordazaron y les prohibieron ir al baño, beber y comer. Yorio fue víctima de insultos, amenazas de muerte y choques eléctricos, fue drogado y aterrorizado durante constantes interrogatorios.
Graciela Yorio indicó que ella y su hermano acudieron con Bergoglio a pedir ayuda.
“Fuimos con Bergoglio, tuvimos tres entrevistas, nunca nos dijo nada. Sí recuerdo que nos dijo: ‘yo hice buenos informes’. También me dijo, ‘cuídate mucho, porque a una hermana de otra persona que no tenía nada que ver la detuvieron”’, declaró en la corte.
Cinco meses después de ser detenidos, Yorio y Jalics reaparecieron drogados y vendados de los ojos en un campo en el norte de Buenos Aires.
Bergoglio dijo a sus biógrafos que los clérigos fueron soltados en parte porque él discreta y repetidamente intervino ante los líderes de la dictadura para pedir por su liberación.
Yorio murió en el año 2000. Jalics ahora vive en un monasterio en Alemania y hace poco aseguró que el tema para él es un capítulo cerrado.
Pero Graciela Yorio asegura que los dos se sintieron abandonados por Bergoglio y por la Iglesia.
“Mi hermano fue abandonado, expulsado, sin obispo, sin el apoyo de la Compañía de Jesús que lo proteja y de allí viene el secuestro. Fue prácticamente abandonado por la Iglesia”.