Inmigración ayuda a cambiar la identidad de EEUU

WASHINGTON (AP) — Luego de una docena de años con guerras y de media docena con turbulencias económicas, Estados Unidos hace frente a otro asunto existencial: ¿Qué significa ser estadounidense?

La inmigración y el matrimonio gay. Leyes para garantizar la igualdad de derechos y el derecho al voto. Control de armas y el papel del gobierno en nuestras vidas. Hoy, la Corte Suprema, el Congreso, la Casa Blanca y el público debaten una serie de temas que, en conjunto, reflejan la evolución en la identidad del país.

Un elemento que aviva el debate son los cambios demográficos, que generan otros cambios y hacen pensar que hace falta una nueva visión para describir lo que significa ser estadounidense.

El presidente Barack Obama, al iniciar su segundo mandato en enero, parecía tenerlo claro. “Siempre supimos que cuando los tiempos cambian, nosotros también debemos hacerlo”, declaró en la ceremonia de juramentación. “Tenemos que tomar algunas decisiones que no se pueden postergar”.

Hay dos razones básicas por las que los temas relacionados con la identidad nacional no eran asuntos dominantes.

Los ataques del 11 de septiembre del 2001 hicieron que buena parte de la atención se enfocase en el terrorismo y en la necesidad de proteger al país de otra agresión. Fue así que se invadió Afganistán y luego Irak.

Acto seguido la economía comenzó a debilitarse. El deterioro continuó hasta que se produjo la crisis del 2008 y la consiguiente recesión. El desempleo llegó al 10% antes de que las cosas comenzasen a estabilizarse. La recuperación fue lenta y polémica.

Ahora la ocupación de Irak terminó, la de Afganistán está a punto de concluir y el temor al terrorismo no es el de antes. La economía crece. El mercado laboral luce más robusto, los precios de las viviendas suben y el consumidor está empezando a gastar más. Todos estos asuntos han perdido fuerza y la gente está enfocándose en cuestiones internas del país.

Así lo refleja una encuesta de Gallup.

En marzo del 2001, la educación, asuntos de ética y moral y la economía eran los principales problemas de la nación. Un año después, tras los ataques de las Torres Gemelas, el 22% mencionó al terrorismo como la gran prioridad, seguido por la economía y el “temor de una guerra y del estado de cosas en general”.

En marzo del 2005, la ocupación de Irak pasó a ser la principal inquietud del 25% de la ciudadanía, seguida por el Seguro Social y la economía. En el 2009, en medio de la recesión, el 51% mencionó la economía como su mayor preocupación. El desempleo, la escasez de dinero y los planes de salud eran los otros temas dominantes.

Miren los resultados del mes pasado: La economía sigue siendo el primer tema… del 24% de los consultados, la mitad de lo registrado hace cuatro años. El descontento con el gobierno está segundo, cerca. El desempleo y el déficit del gobierno también generan alarma. Irak, Afganistán, el terrorismo, la seguridad nacional y la política exterior dejaron de ser los principales temas de la agenda.

Períodos de paz y prosperidad generalmente hacen que temas secundarios cobren prominencia. Ello se debe a que la gente tiene más tiempo para pensar y abordar asuntos que en tiempos de guerra y de recesión pueden pasar a segundo plano.

Recuerden la década de 1990, durante la presidencia de Bill Clinton, marcada por escándalos políticos. Luego de la saga de Mónica Lewinsky, que duró dos años, hubo un gran vacío y una encuesta del 2000 reveló que ningún asunto en particular preocupaba a los estadounidenses. Las cosas cambiaron radicalmente en la década siguiente, en que los ataques del 11 de septiembre, el terrorismo, Afganistán, Irak y la economía acapararon toda la atención.

Esta vez hay algo diferente: El vacío surgido al perder prominencia esos asuntos está siendo llenado por temas que interesan a un país de rostros cambiantes y puntos de vista en plena evolución.

Estados Unidos es cada vez menos blanco, en gran parte por el rápido crecimiento de la población hispana. Las minorías raciales y étnicas, tomadas en conjunto, serán mayoría a partir del 2043 aproximadamente. El país se está haciendo más liberal en relación con una serie de asuntos y las generaciones más jóvenes desean que el gobierno no sea quien decida si pueden fumar o no ni con quién se pueden casar.

Una opinión pública que cambia sus puntos de vista obliga a los políticos a cambiar también. La cantidad de temas espinosos que tiene delante de sí la Corte Suprema revela el alcance de estos cambios.

Este año lidia con casos sobre igualdad de derechos, derecho al voto e inmigración que podrían alterar para siempre los parámetros del debate racial en el país. La semana pasada, los jueces del alto tribunal escucharon argumentos relacionados con la constitucionalidad de leyes federales que definen el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, en un caso con enormes implicaciones para las parejas gay.

Una encuesta, por otro lado, revela que muchos más estadounidenses apoyan el matrimonio entre personas de un mismo sexo y tanto republicanos como demócratas, que se oponían a ese concepto –o por lo menos no lo apoyaban abiertamente– comienzan a cambiar de parecer.

En el Congreso, una comisión bipartidista de senadores se acerca a un acuerdo en torno a una reforma integral a las leyes de inmigración que despejaría el camino para que unos 11 millones de extranjeros sin papeles, la gran mayoría hispanos, logren la ciudadanía tras un proceso de 13 años. Las encuestas indican que la mayoría de los estadounidenses apoyan lo que los conservadores describían como una amnistía inaceptable. Varios republicanos que se oponían tajantemente a medidas de ese tipo la respaldan ahora, tras ver cómo los hispanos votaban en forma abrumadora por los demócratas en las elecciones de fines del año pasado.

Los legisladores, por otro lado, abordan una serie de asuntos que reflejan el complejo equilibrio entre gobierno y responsabilidad personal, temas como armas y programas sociales.

Desde que llegaron los primeros barcos a las costas estadounidenses, la sociedad ha tratado de definir lo que significa la ciudadanía, qué derechos tiene la gente y cuáles son las responsabilidades del gobierno central. Y hay momentos en los que se producen grandes transformaciones. Los negros y las mujeres consiguieron la igualdad de derechos y en ambos casos hubo cambios profundos en el país.

Ahora Estados Unidos atraviesa por otro período de cambio y analiza una cantidad de temas complejos, versiones modernas de asuntos antiguos acerca de quiénes son, en qué creen y qué garantías da la ciudadanía.

Las respuestas no serán muy distintas y tal vez tarden años, si no décadas en llegar. Pero fijarán un nuevo rumbo para el país, que la gente seguirá perfeccionando, hasta que la próxima guerra, la próxima crisis económica o el próximo cataclismo distraiga nuevamente nuestra atención.

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Liz Sidoti está en Twitter como http://twitter.com/lsidoti

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