HARTFORD, Connecticut, EE.UU. (AP) — Como padres, a Jeremy Richman y Jennifer Hensel los embargó el dolor cuando su única hija, Avielle, fue asesinada en la masacre de la escuela primaria Sandy Hook. Como científicos, querían respuestas sobre las razones que pudieran llevar a una persona a cometer semejante acto de violencia.
La pareja cree que es poco probable que alguna vez pueda llegarse a conocer completamente la razón por la que un hombre mató a tiros a 26 personas en la escuela de Newtown, Connecticut, el año pasado. Pero opinan que más investigaciones sobre el cerebro —y cómo se manifiesta la inclinación a la violencia— podría ayudar a evitar estas tragedias en el futuro.
“Cuando comenzamos a acercarnos a científicos para hablar de las razones de la violencia y cómo este factor particular puede jugar un papel en lo que nos sucedió, (encontramos que) se han realizado algunas investigaciones, pero nada serio, en este campo”, dijo Hensel.
El lunes anunciaron la creación de una junta científica asesora de la Fundación Avielle, establecida con el fin de reducir la violencia. Mientras que las familias de otras víctimas se han dedicado a presionar por mayores restricciones a las armas, los padres de Avielle Richman consideran que la fundación que lleva el nombre de su hija de cabellos rizados es su respuesta a una tragedia que ha impulsado iniciativas en muchos frentes, como la seguridad escolar y las enfermedades mentales.
La masacre del 14 de diciembre fue obra de Adam Lanza, de 20 años, que mató a seis niños de primer grado y seis profesoras en la escuela con un fusil semiautomático estilo militar antes de suicidarse. Lanza, una persona aislada y poco social, tenía videojuegos violentos en una casa llena de armas donde vivía con su madre, según órdenes de registro dadas a conocer el mes pasado, pero las autoridades no han descrito un posible móvil o dado a conocer detalles de alguna enfermedad que pudiera arrojar luz sobre lo sucedido.
Avielle, a quien le encantaban los caballos, Harry Potter y el color rojo, se había mudado a Connecticut con su familia dos años antes. Su padre tenía un blog llamado “Las aventuras de Avielle”, donde contaba a sus amigos sobre un viaje a un desfile el Día de Acción de Gracias, su cumpleaños en un establo de caballos y un viaje por carretera a Iowa.
Jeremy Richman es un investigador en la empresa farmacéutica Boehringer Ingelheim. Hensel, su esposa, escribe de temas médicos en su propia compañía. La fundación es una forma de hacer uso de sus conocimientos y canalizar su dolor.
“Creo que la mejor forma de ayudar después de una tragedia como esta es echar mano de lo que uno sabe”, dijo Hensel. “Esta es ahora nuestra motivación. Nunca dejaremos de ser los padres de Avielle”.
La Fundación Avielle, que se financia con donaciones, apunta a recaudar 5 millones de dólares este año y comenzar a revisar sus primeras solicitudes de donaciones más adelante este año.
Espera ayudar a superar los estigmas para las personas que buscan ayuda por enfermedades mentales, desarrollar el concepto de chequeos de salud mental e identificar diagnósticos bioquímicos y de comportamiento para detectar a las personas bajo riesgo de comportamientos violentos.