En una rueda de prensa simultánea entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro, se ha anunciado un acuerdo entre ambos países para restablecer las relaciones diplomáticas y acabar con el embargo que se inició en 1961.
Se trata de un hecho histórico que ha causado el revuelto tanto en los países implicados como en todos los medios internacionales. Todo comenzó con el intercambio de cuatro presos por espionaje entre Cuba y Estados Unidos y la liberación del estadounidense Alan Gross para que ambos países pusieran fin a más de cinco décadas de enemistad política. El Gobierno de Obama ha puesto en libertad a tres espías cubanos del llamado grupo de “Los Cinco” que cumplían condena en EU, a cambio de un oficial de inteligencia estadounidense que llevaba casi 20 años preso en Cuba y cuya identidad no se ha facilitado. Los presos cubanos permanecían encarcelados desde hace trece años en Estados Unidos: Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labaniño. Por su parte, Gross, de 65 años, trabajaba para la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), cuando fue detenido en La Habana en 2009 por distribuir tecnología de comunicaciones a una comunidad judía y posteriormente fue condenado a quince años de cárcel.
Con este hecho histórico, Obama habló del “fin” de una política dirigida a Cuba que “ha fracasado” y que supone el cambio más significativo en la política estadounidense hacia la isla. Por su parte, Raúl Castro aseguraba: “Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, financiero, que produce grandes perjuicios económicos a nuestro país, debe cesar”.
Las medidas que se han anunciado incluyen, entre muchas otras, la apertura de embajadas en ambas capitales así como la flexibilización de las restricciones a los viajes y el comercio entre EU y Cuba. Obama también le ha pedido al secretario de Estado, John Kerry, que se revise la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Otra de las medidas que se han anunciado incluye la ampliación de 500 a 2.000 dólares el límite cuatrimestral de remesas que se pueden enviar a ciudadanos cubanos.
Además, las instituciones estadounidenses podrán abrir cuentas financieras en Cuba para facilitar el procesamiento de transacciones autorizadas. Los viajeros a Cuba podrán usar tarjetas de crédito y débito estadounidenses.
La noticia ha tenido un gran impacto inmediato en la población que ha corrido de boca en boca después del discurso presidencial. En las calles se respira alegría pero la gente también ha tomado la noticia con mucha cautela. “Ya veremos en qué acaba todo” es la frase más repetida que se puede escuchar hoy por las calles de ambos países.
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